HISTORIA SIN HISTORIA

CAZADORES RECOLECTORES


 


LOS CHIQUILLANES

En el sector cordillerano, desde Santiago, hasta la altura de Chillán, se localizaban los chiquillanes, cazadores recolectores que deambulaban especialmente por los valles orientales de éste. Cazaban guanacos, ñandúes, pumas y otros animales. Como los anteriores, se cubrían con pieles. Practicaban el infanticidio femenino, por lo cual acostumbraban caer, en verano, sobre las rucas mapuches, para robarles mujeres y alimentos. Otras veces intercambiaban ambos por plumas de ñandú o sal que obtenían de las lagunas cordilleranas.

LOS PEHUENCHES

Al sur de los chiquillanes, y por toda el área donde crecían las araucarias, se desplazaba los pehuenches o "gente de la araucaria". Eran altos y delgados, cubrían su piel con grasa animal y la adornaban con pinturas azules. Los varones llevaban un moño sobre la cabeza, afirmando con una malla de fibras vegetales, en el cual ensartaban sus flechas. También cruzaban la cordillera en verano, para asaltar o intercambiar bienes con los mapuches.

Su alimentación provenía esencialmente de la caza de guanacos y de la recolección del pehuén o fruto de la araucaria, que conservaban en depósitos subterráneos cubiertos de agua. Pasaban los inviernos en cuevas o tolderías protegidas con pieles de guanaco.
 
 

LOS AÓNIKENK

En la Patagonia habitaban los aónikenk, patagones o tehuelches, probablemente parientes de los selk'nam, pues sus costumbres eran similares, aunque hablaban un lenguaje diferente. Cazaban guanacos y ñandúes con boleadoras, arco y flechas, recolectando todo tipo de raíces y semillas silvestres.

Se vestían con capas de piel de guanaco sujetas a la cintura con una faja y cubrían sus pies con una especie de grueso mocasín. Se depilaban el cuerpo y lo adornaban con dibujos en colores negro, rojo y blanco. También se tatuaban los antebrazos, quemando la piel con varitas ardiendo.

Cada linaje tenía su jefe y su territorio. La presencia de extraños motivaba cruentas luchas. Al igual que entre los selk'nam, había hombres que desempeñaban el oficio de chamán. Sus creencias mágicas -religiosas eran, sin embargo, más sencillas. Sólo se reducían al convencimiento de que en su mundo actuaban espíritus buenos, causante de las alegrías, y malos, que provocaban daños, enfermedades y la muerte. Sepultaban a los difuntos acompañados de armas, utensilios y adornos, en tumbas excavadas en la tierra o en cuevas que cubrían con piedras.

Debido a su alta estatura, en comparación con las de los europeos, fueron considerados gigantes por los compañeros de Magallanes, creyendo que sus pies dejaban enormes huellas en la arena. Por eso los denominaron patagones, y llamaron Patagonia a la tierra en que vivían.
 




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